miércoles, 28 de diciembre de 2011

Se cambia dinero por tiempo



En estas fechas de loco consumismo, lo habitual por mi parte hubiera sido dedicar este post a la manipulación de los medios y de la industria para inducirnos a comprar, comprar y comprar; pero no voy a hablar de este tema. He metido al final un interesante vídeo sobre cómo van cambiando las tácticas de la industria para inducirnos a pensar que consumiendo le hacemos un favor al planeta, pero no voy a dedicarle a ello ni una palabra más.


He de reconocerlo: el poner la excusa de una fecha para regalarle algo a tus seres queridos, en realidad me gusta. No nos confundamos: no hablo del típico regalo de compromiso para alguien que lo tiene todo y por el cual te pateas mil tiendas mirando qué podrías comprar porque, pase lo que pase, algo tienes que comprar. Hablo de esos regalos que una se trabaja y cuyo valor monetario no es lo importante, sino el tiempo y la ilusión que has puesto en realizarlo. Este tipo de regalos ya apenas se hacen, porque disponemos de más dinero que tiempo. Y eso, los más afortunados.

Es ésta la época que nos ha tocado vivir, donde las horas extras son casi obligadas, donde una llega tan reventada del trabajo que solo tiene fuerzas para tirarse en el sofá a ver la caja tonta. Dos sueldos dan justo para comprar todas esas cosas sin las cuales no podríamos vivir (¿o sí?). Y además la gente, cuando no trabaja, no sabe qué hacer con su vida porque hasta eso nos están quitando: los hobbys y el autodisfrute de nuestras horas, minutos y segundos.

Me gustó mucho el año pasado un anuncio en el periódico Diagonal (este año ya no lo he visto) en el que una asociación nos invitaba a los lectores a no regalar objetos, sino a regalar nuestro tiempo: una cena, un espectáculo de teatro, una excursión, un fin de semana...

Es muy conocido el dicho "El tiempo es oro", pero debemos recordar que no siempre se puede cuantificar lo inmaterial: que nuestro cariño y nuestro esfuerzo no puede tasarse en un puñado de euros. Y que nuestra vida al final no se valorará en la cantidad de dinero que ganamos, ni en el número de horas que trabajamos; sino en lo que hicimos el resto del tiempo.

Por todo ésto, os propongo como reflexión para este nuevo año el valorar si realmente existe un equilibro en vuestra vida entre el tiempo y el dinero, y si las cosas que compramos con ese dinero nos aportan la misma felicidad que la lectura de un buen libro, que el disfrute de la compañía de nuestros seres queridos, que un paseo por un hermoso lugar o que el tiempo dedicado a ese hobby que siempre nos ha apasionado.



Y para terminar, el enlace a un interesante vídeo:

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